George Whitfield, el evangelista del siglo XVIII, estaba en lo cierto cuando dijo: "Si el hombre no regenerado pudiera entrar en el cielo, él sería tan infeliz en el cielo, que le pediría a Dios que le permitiera correr al infierno por albergue".

¿Cómo podrían los enemigos de Dios sentarse en el banquete del Cordero de Dios?

El universalismo nos quiere enterrar la cabeza en la arena.

La mente carnal está en enemistad contra Dios todo el tiempo. Así que, ¿por qué una persona desea siempre estar en la santa presencia de Dios? Es en contra de todo lo que Dios está en Su universo. Se establece el sistema mundial y todo lo que se enseña en oposición a JEHOVÁ Dios.

La mente carnal es una "mente reprobada para hacer cosas que no convienen" (Romanos 1:28). ¿Cómo conocería usted de uno si lo vio? Romanos 1:29-32 dice, "estando atestados de toda injusticia, perversidad, avaricia, maldad, llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños, malignidades, murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres, necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia, quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican."

Es una imagen terrible la depravación humana. El apóstol entonces declaró: "Por lo cual eres inexcusable, oh hombre, quienquiera que seas tu que juzgas; pues en lo que juzgas a otro, te condenas a ti mismo, porque tú que la juzgas haces lo mismo. Mas sabemos que el juicio de Dios contra los que practican tales cosas es verdad" (Romanos 2:1-2).

Hay un día que viene cuando "Dios juzgará por Jesucristo los secretos de los hombres" (v. 16). No es porque no lo merecemos. La Biblia da testimonio de que todos somos culpables. "Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido atesoras para ti  ira para  el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios, el cual pagará a cada persona conforme a sus obras" (Romanos 2:5-6).

Después de una presentación detallada de nuestros pecados contra nosotros en Romanos capítulo tres, el apóstol Pablo concluye: "Pero gloria y honra y paz a todo el que hace lo bueno, al judío primeramente y también al griego. Porque no hay acepción de personas para con Dios" (Romanos 2:10-11) "¿Tú, que te jactas de la Ley, con infracción de la Ley, deshonran a Dios?" (Romanos 2:23).

¿Cuántos de nosotros no hemos deseado en lo profundo de nuestros corazones, "Quiera Dios que estos pecados no fueran prohibidos" Spurgeon preguntó: "¿Quién de nosotros no ha sido tan tonto como para desear que no hubiera Dios?"

Pero ni la solución hace que el problema desaparezca. Todavía somos culpables ante Dios. "Toda mente carnal en el mundo es enemistad contra Dios".

La mente carnal declara que por nuestra propia naturaleza somos hijos del mal. ¿Qué parte del hombre se vio afectada por la caída? El hombre entero, cada parte de él - todo poder, toda la pasión está en enemistad con Dios. Usted puede decir: "¡Oh!, Wil, yo no soy tan malo." Dios dice: "Engañoso es el corazón sobre todas las cosas." Es perverso.

¿Por qué cualquier persona carnal quiere estar en la santa presencia de un Dios justo? Eso significaría que es culpable y condenado veinticuatro horas al día. Nunca sería capaz de escapar de su santa, ira ardiente. Nuestro sentido de culpa siempre sería un estado de conciencia.

La única solución a la situación desesperada del hombre es tener una nueva mente y un corazón nuevo. Si no hemos experimentado un cambio de corazón, nuestra mente carnal siempre estará en enemistad contra Dios.

Nuestros pensamientos, nuestras decisiones, nuestros comportamientos son testimonio de que merecemos la ira santa de Dios. Toda persona nacida en este mundo merece la ira de Dios y la condenación.

Porque los pecadores somos culpables, Dios ha provisto la solución. Puesto que la mente carnal es enemistad contra Dios, la salvación no puede ser por ningún mérito por nuestra parte. Debe ser por la gracia de Dios por la fe en la obra terminada de Jesucristo. Si estamos en enemistad con Dios, ¿qué mérito podemos tener? ¿Cómo podemos merecer algo de la persona que odiamos? Por lo tanto, Dios debe intervenir y rescatarnos por su gracia.

El Espíritu de Dios debe poner su mano sobre ti y renovar tu corazón o no hay posibilidad de tu entrada en el cielo.

Jesucristo puede hacer la paz a través de su sangre. Si el Espíritu de Dios le ha convencido de su pecado a medida que lee esto, usted puede ser una nueva criatura, una nueva persona, con un corazón nuevo, si quiere pedir a Jesús Cristo que sea su Salvador.

Por nuestro nacimiento físico estamos en enemistad con Dios, por el nuevo nacimiento somos hechos sus amigos. Nuestra naturaleza debe ser cambiada  si queremos entrar en la presencia santa de Dios. Esta es la promesa más preciada para cada pecador que cree. "Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna" (Juan 3:14-15).

Selah!

Mensaje por Wil Pounds (c) 2009 traducido por Katia Blandin