"Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo.

Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos" (Mateo 5:43-45). Los fariseos enseñaron a la gente a odiar a los enemigos de Israel. La implicación era que ese odio significaba el medio de Dios de juzgar a sus enemigos. Jesús enseñó a la gente todo lo contrario. "Amad a vuestros enemigos y orad por los que os persiguen."

El cristiano debe de amar a otros como Dios los ama. Esta es la norma del amor de Dios. Dios no tiene que darnos su amor. Él nos ama porque Él escogió amarnos, es sólo por Su gracia. Él nos ama mientras estábamos alejados de Él como Sus enemigos. La mente pecadora es enemiga de Dios.

Jesucristo murió por nosotros cuando éramos enemigos. Él murió por nosotros los pecadores, mientras estábamos desamparados (Romanos 5:6-11; 5:8-9).

Cristo murió por el pecador, el enemigo; esa es la plenitud del amor infinito de Dios. ¿Ha venido a conocer ese amor por experiencia? Dios le ama tanto que envió a Jesús a morir por usted en la cruz.

Debido a que somos los destinatarios de este amor divino, tenemos que amar a otros como Dios los ama. Jesús dijo: "Amad a vuestros enemigos, y orad por los que os persiguen" (Mateo 5:44).

La única manera de que nadie puede amar con esa clase de amor es para que  Jesucristo trabaje en su vida debido a Su amor que mora en nosotros (Gálatas 2:20).

El amor cristiano no es un asunto de sentimiento de la manera "correcta" sobre otra persona. El amor divino es una cuestión de elección. Es una Función de la Voluntad. Debido a que es algo que hacemos, es siempre posible y siempre debemos expresarlo en acciones piadosas. Podemos actuar sobre lo que sabemos para hacer lo  correcto.

La cuestión fundamental es la obediencia. Podemos hacer lo correcto porque Dios eligió enviar a Jesús en nuestro nombre. Nosotros podemos comportarnos de una manera que es amable y cariñosa, incluso con los que nos ultrajan y nos persiguen.

La palabra "amor" (ágape) es un contraste enfático al "odio" en el v. 43. El amor es ordenado en el v. 4. "Amad a vuestros enemigos".

Las personas que te persiguen son los más difíciles de amar. La persecución es la prueba de fuego de la prosperidad espiritual. Podemos demostrar el amor de Dios, orando por los que nos persiguen.

Es imposible continuar odiando a otra persona en la presencia de Dios. Ora por la persona que te sientes tentada a odiar y observa a Dios obrando en tu vida. Usted no podrá seguir siendo el mismo.

Jesús nos dio el ejemplo cuando el oro por aquellos que lo estaban crucificando. "Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen" (Lucas 23:24).

La parábola del Buen Samaritano nos enseña a actuar como vecinos a todos los hombres (Luc. 10:29 ff. 

Jesús definió a nuestros enemigos como aquellos que nos maldicen, nos odian, y egoístamente nos usan. Estos son los mismos que nos necesitan para enseñarles el amor. Él nos amó cuando éramos Sus enemigos.

¿No habría sido absolutamente increíble ver a Jesús en medio de un entorno intolerante? ¡El odio estaba en todas partes! Pero Jesús escogió el amor, y nosotros lo podemos hacer también.

Jesús llegó a decir en este contexto, "Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto" (Mateo 5:48). La palabra "perfecto" no implica "la perfección sin pecado", que es imposible en esta vida, sino la integridad y la madurez como hijos de Dios. Esta madurez es inalcanzable en nuestras propias fuerzas. Se trata de la presencia de Dios al obedecer su Palabra. No podemos amar a nuestros enemigos en nuestra propia fuerza, sino que Cristo nos dará la capacidad a medida que obedecemos Sus órdenes.

Selah!

Mensaje por Wil Pounds (c) 2009 traducido por Katia Blandin